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Todos sabemos que se producen curaciones sorprendentes constantemente, aún así la medicina alopática tradicional no tiene un modelo o explicación de porqué se dan estas curaciones.
La respuesta podemos encontrarla en el profundo cambio que estamos experimentando de la concepción de nuestro universo.
Todas las culturas ancestrales e indígenas han considerado al universo como a una unidad, como un círculo y al hombre como el centro de él. Pero fueron los descubrimientos de Isaac Newton y René Descartes los que desmontaron la estructura del universo y montaron un modelo de maquinaria de relojería, en la que la mente está separada del cuerpo y en el que estamos separados unos de otros. Y esa idea de la separación es la base del pensamiento occidental.
La medicina actual sigue trabajando con los antiguos paradigmas de la física que se remontan a los tiempos de Newton y la primacía de la materia.
La física moderna hace mucho que eliminó ese paradigma y entiende que no es la materia sino la mente o el espíritu lo que es primordial, aunque no se define como espíritu sino como campos de energía inteligente.
Nuestras creencias contienen todo el poder que necesitamos para realizar los cambios que elijamos, como: el poder de enviar órdenes curativas a nuestro sistema inmunitario, a nuestras células madre y a nuestro ADN. A través de nuestras creencias somos poseedores del regalo más poderoso del Universo, que es la capacidad de cambiar nuestras vidas, nuestros cuerpos y nuestro mundo según elijamos.
El campo corporal es un campo energético que contiene patrones de información. Todos los órganos de nuestro cuerpo generan su propio campo específico.
Un órgano en concreto parece generar campos significativos que afectan a todo el cuerpo.
Esta onda portadora de información, se modula con patrones emocionales. En otras palabras si nos sentimos enfadados, frustrados, irritados, la información que queda grabada en ese campo magnético es muy diferente a si sentimos afecto, amor o compasión hacia alguien.
Cuando el patrón del latido rítmico es fluido y metódico, se llama coherente y ese ritmo coherente alinea o sincroniza el ritmo cerebral, el sistema nervioso, los órganos y las glándulas corporales. Todos danzan en armonía con ese ritmo del corazón.
Cuando tomamos el pulso lo que sentimos es la onda de presión creada por el latido del corazón, no es el flujo sanguíneo . Así que cada vez que late el corazón esta onda de presión va al cerebro y al resto del cuerpo. Si lo observamos a nivel del cerebro esa onda de presión sincroniza todas las neuronas. El cerebro tendría problemas si no tuviera esa señal para sincronizarse, para darnos ese efecto de sincronía global.
La coherencia es el estado fisiológico óptimo que subyace en poder aprender, desarrollar y facilitar los procesos regenerativos naturales del cuerpo.
El corazón tiene su propio sistema nervioso intrínseco que puede percibir, sentir, recordar y procesar información y es independiente del cerebro.
Siempre pensamos que el sistema de entrada de información está por completo en el cerebro, pero ahora estamos descubriendo que el corazón recibe información en primer lugar y luego la transmite al cerebro y al cuerpo.
Algunos estudios han demostrado que el corazón reacciona más deprisa que el cerebro a estímulos externos.
El corazón está conectado a un campo de información e inteligencia que es diferente pero complementario al campo del cerebro.
Somos un sistema de información y no está localizado completamente en nuestro cuerpo, accedemos a la información del campo constantemente. El cuerpo parece estar conectado continuamente con información del mismo y con información del campo.
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Hay un sistema de información inmenso y algunas personas dicen que la enfermedad es sencillamente una carencia en el sistema de información.
La medicina informacional, la medicina que recoge la información y cambia la información alterada, va a ser el futuro de la medicina.
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