La Protagonista de la Semana
De las laderas y páramos andinos de Perú, Ecuador y Bolivia, procede la ratania (Krameria trianda), conocida en lenguas vernáculas como mapato o pumachuchu y apodada antiguamente como «raíz para los dientes», por ser ésta su principal aplicación.
Se trata de un arbusto bajo, caducifolio, de hojas sésiles y ovales, y flores solitarias, grandes y con pétalos rojos. La parte con atributos medicinales es la raíz, y en concreto su corteza. De aroma agradable, una vez recolectada y troceada, la ratania se suele vender en piezas cilíndricas.
La raíz de ratania es muy rica en taninos catéquicos, como el ácido ratanitánico y el flobafeno –conocido por rojo de ratania–, lo que explica su potente acción astringente. Además, contiene ratanina, principio análogo a la tirosina, así como lignina y pequeñas proporciones de almidón.
Por su eficacia para retener los fluidos y astringir, los pueblos indígenas andinos emplean la ratania para sanar heridas y tratar la disentería. Es antidiarreica, hemostática y cicatrizante, y se le atribuyen efectos bactericidas. Esta planta se indica a personas con desórdenes gastrointestinales y sangrados del intestino, así como para solucionar afecciones como la fisura anal, la leucorrea y las menstruaciones abundantes.
Los herboristas proponen una fórmula excelente para aplacar las gastritis con descomposición, que combina a partes iguales raíz de ratania, regaliz, hierbaluisa y menta a razón de dos cucharadas de la mezcla por medio litro de agua. Se hierve durante dos minutos, se deja reposar y, tras filtrarlo, se toma cada 2 horas, incluso en frío.
Asimismo también se ha mostrado muy útil para rebajar la inflamación ocular debida a afecciones como conjuntivitis o blefaritis. Sólo hay que humedecer un algodón con la decocción templada de ratania y aplicarla sobre la zona afectada.
Se trata de un arbusto bajo, caducifolio, de hojas sésiles y ovales, y flores solitarias, grandes y con pétalos rojos. La parte con atributos medicinales es la raíz, y en concreto su corteza. De aroma agradable, una vez recolectada y troceada, la ratania se suele vender en piezas cilíndricas.
La raíz de ratania es muy rica en taninos catéquicos, como el ácido ratanitánico y el flobafeno –conocido por rojo de ratania–, lo que explica su potente acción astringente. Además, contiene ratanina, principio análogo a la tirosina, así como lignina y pequeñas proporciones de almidón.
Por su eficacia para retener los fluidos y astringir, los pueblos indígenas andinos emplean la ratania para sanar heridas y tratar la disentería. Es antidiarreica, hemostática y cicatrizante, y se le atribuyen efectos bactericidas. Esta planta se indica a personas con desórdenes gastrointestinales y sangrados del intestino, así como para solucionar afecciones como la fisura anal, la leucorrea y las menstruaciones abundantes.
Los herboristas proponen una fórmula excelente para aplacar las gastritis con descomposición, que combina a partes iguales raíz de ratania, regaliz, hierbaluisa y menta a razón de dos cucharadas de la mezcla por medio litro de agua. Se hierve durante dos minutos, se deja reposar y, tras filtrarlo, se toma cada 2 horas, incluso en frío.
Asimismo también se ha mostrado muy útil para rebajar la inflamación ocular debida a afecciones como conjuntivitis o blefaritis. Sólo hay que humedecer un algodón con la decocción templada de ratania y aplicarla sobre la zona afectada.
Alivia trastornos circulatorios
En uso externo, la ratania es de gran ayuda para tratar varices y hemorroides. Basta con realizar baños de asiento con la decocción de ratania, frutos de ciprés, castaño de indias y llantén, a razón de 2 cucharadas de la mezcla por medio litro de agua.
Pero sobre todo destaca por ser uno de los mejores aliados de la garganta y de la boca, ya que puede aliviar el dolor de muelas, la faringitis, la amigdalitis…
La decocción de 5 g de ratania por cada vaso de agua reduce la inflamación en las encías y mejora las aftas y la piorrea. Con este mismo preparado también se puede reducir la inflamación de los ojos y los párpados irritados.
No obstante, se desaconseja su toma en personas que padecen litiasis oxálicas, ya que contiene oxalatos cálcicos, y puede puede provocar irritación en las mucosas debido a su elevado contenido en taninos.
Los tratamientos con ratania, ya sea en decocción, baños de asiento, tintura alcohólica, extracto fluido, cápsulas, jarabe o en supositorios (para aliviar hemorroides y varices) no deben prolongarse más allá de dos semanas seguidas.
Pero sobre todo destaca por ser uno de los mejores aliados de la garganta y de la boca, ya que puede aliviar el dolor de muelas, la faringitis, la amigdalitis…
La decocción de 5 g de ratania por cada vaso de agua reduce la inflamación en las encías y mejora las aftas y la piorrea. Con este mismo preparado también se puede reducir la inflamación de los ojos y los párpados irritados.
No obstante, se desaconseja su toma en personas que padecen litiasis oxálicas, ya que contiene oxalatos cálcicos, y puede puede provocar irritación en las mucosas debido a su elevado contenido en taninos.
Los tratamientos con ratania, ya sea en decocción, baños de asiento, tintura alcohólica, extracto fluido, cápsulas, jarabe o en supositorios (para aliviar hemorroides y varices) no deben prolongarse más allá de dos semanas seguidas.
Remedio para encías sangrantes
La acción bactericida y cicatrizante de la ratania es aprovechada para tratar encías con problemas de sangrado.
Tanto para reforzar las encías y evitar su sangrado como para aliviar el dolor de muelas se puede hacer la siguiente decocción: se mezcla la ratania con mirra, corteza de encina y hoja de lentisco, a partes iguales. Se toman dos cucharadas de la mezcla por medio litro de agua, que se hierve cuatro minutos. Se deja reposar, se cuela y se practican con él tres enjuagues al día.
Tanto para reforzar las encías y evitar su sangrado como para aliviar el dolor de muelas se puede hacer la siguiente decocción: se mezcla la ratania con mirra, corteza de encina y hoja de lentisco, a partes iguales. Se toman dos cucharadas de la mezcla por medio litro de agua, que se hierve cuatro minutos. Se deja reposar, se cuela y se practican con él tres enjuagues al día.
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